Los descendientes de Melitón Corral dicen que el agente fue torturado en la finca Pedregal y enterrado en La Lloba, Castrillón
El Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU investigará la desaparición del policía municipal avilesino Melitón Corral Luengo, represaliado en noviembre de 1937, tras la caída de Asturias, y que puede estar enterrado en una de las fosas comunes de La Lloba (Castrillón). Se trata del primer caso de un desaparecido de la guerra que llega a este organismo de la ONU con sede en Ginebra (Suiza), según el abogado Pablo Vega, que lleva el asunto. La lucha de Pablo Martínez Corral, bisnieto del policía, ha logrado abrir las puertas de la ONU por primera vez a un caso de desaparición en la Guerrra Civil. Junto a este erán analizados otros dos de Sevilla y Almería.
Melitón Corral, nacido en 1889 en Extremadura, llegó a Avilés en 1918, según relata su bisnieto, Pablo Martínez Corral, un joven historiador y profesor de instituto que está documentando la historia de la represión franquista en la comarca avilesina. El único pecado de Corral, señala su bisnieto, fue afiliarse a la UGT en 1933 y explicitar por escrito, en septiembre de 1936, su adhesión a la República. Ya en octubre de 1934, durante la revolución, había defendido el Ayuntamiento frente a quienes querían subvertir la legalidad. Tras la ocupación de Asturias por los nacionales, en octubre de 1937, Melitón Corral, sabedor de que sería depurado, entregó su pistola y su placa.
Unos días después, el 12 de noviembre, indica su bisnieto, fue detenido por una patrulla de Investigación y Vigilancia, integrada por falangistas y guardias civiles al mando del agente Carbonero, que moriría un mes después, en diciembre, en un oscuro incidente que ilustra, según Martínez Corral, la soterrada división del bando nacional. Fue la última vez que se le vio vivo. Melitón Corral fue llevado a la finca Pedregal, un «chupadero» cuya mención aún despierta terror entre las personas que vivieron aquella época. «Es de suponer que allí fue maltratado y torturado. Es en la finca Pedregal donde se pierde su pista. Se supone que luego lo asesinaron, como hicieron con otros muchos, y que está enterrado en una de las tres fosas comunes de La Lloba, o en el pinar de Salinas, donde también fueron sepultados los represaliados», señala Martínez Corral.
El historiador, que tiene 29 años, comenzó a interesarse por el caso de su bisabuelo en 2002, una vez licenciado. Buceó en los archivos, incluida la Causa General, y no encontró ningún crimen atribuido a Melitón Corral, por lo que supone que «su único delito fue ser leal al Gobierno republicano». El joven ha intentado sin éxito que el Ayuntamiento de Avilés, que en su día le depuró, le restaure en toda su dignidad. Paralelamente, hay abierto un proceso en un Juzgado de Avilés.
Las cifras de la represión franquista en esta ciudad apabullan. «Hay entre 260 y 300 desaparecidos del bando republicano, supuestamente asesinados. Además, de los 400 juzgados por tribunales, fueron fusiladas otras 150 personas», indica Martínez Corral, que no niega tampoco los asesinatos cometidos por el bando del Frente Popular. El primer republicano juzgado por los nacionales fue el poeta Lumen, asesinado el 12 de noviembre, el mismo día que desapareció Melitón.
La finca Pedregal ha pasado a la historia como una auténtica casa de los horrores. «Pocos salieron vivos de ella», indica el joven historiador. Un disparo en la cabeza era el destino último de quienes no morían durante los brutales interrogatorios. El objeto de la lucha judicial de Martínez Corral es rehabilitar a su bisabuelo y «saber por lo menos dónde están sus restos, aunque no puedan recuperarse». Para este joven, «hay que pasar página, pero antes hay que leerla». Y hacer justicia a las otras víctimas. Por ejemplo, a su abuelo, José Luis Corral, huérfano con 6 años, que tuvo que dejar de estudiar para trabajar, porque no había ingresos en casa. «Son la generación víctima, tuvieron que levantar España en las condiciones más horribles».
Melitón Corral fue policía municipal durante el mandato del alcalde socialista David Arias. Éste tuvo más suerte que el agente y pudo exiliarse a Francia ante la llegada de los nacionales. El alcalde, perseguido por su militancia socialista de décadas, murió en México en 1970. A Melitón le esperaba un final atroz.
>> Ver Noticia en La Nueva España 28-10-2009